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MADRES ANTES DE LOS QUINCE Y ABUELAS CERCA DE LOS TREINTA. ACTITUDES LINGÜÍSTICAS Y CULTURALES DE LAS MADRES ADOLESCENTES EN EL DESPLAZAMIENTO FORZADO EN COLOMBIA

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MADRES ANTES DE LOS QUINCE Y ABUELAS CERCA DE LOS TREINTA.

ACTITUDES LINGÜÍSTICAS Y CULTURALES DE LAS MADRES ADOLESCENTES EN EL DESPLAZAMIENTO FORZADO EN COLOMBIA

José J. Gamboa1 Introducción

Tener menos de quince años, ser madre y formar parte de las personas que han sido desplazadas como resultado del conflicto colombiano, es una situación muy grave, que afecta a miles de adolescentes en ese país. Esos seres tan especiales, las Madres Adolescentes Desplazadas MAD, son las que hemos escogido para nuestro estudio. Ellas, que también son víctimas de la guerra que sufre Colombia padecen una triple crisis: la primera, que su cuerpo está en pleno proceso de transformación. La segunda, es su condición de Desplazadas Forzadas DF en un entorno desconocido, agresivo y cambiante. Y la tercera, su condición de madres aún siendo niñas. Estas tres circunstancias, seguramente están generado cambios radicales en sus conductas culturales y lingüísticas. Recordemos que “la conducta lingüística se nutre de la realidad social que refleja y ayuda a reforzarla o a cambiarla de acuerdo con los valores y objetivos de los interlocutores concretos” Fishman (1995: 195).

El enfoque de esta investigación es sociolingüístico entendido como “el estudio de las variaciones lingüísticas y los cambios en una perspectiva social y cultural” (Tp2) (Einarsson, 2004:16). Pretendemos aproximarnos a la relación que pueda existir entre los comportamientos lingüísticos y culturales de los adolescentes, en especial las MAD, en medio de un ciclo de vida que transcurre por tres o más entornos tanto comunicativos como sociales. La recolección del corpus y su análisis comprende dos fases. La primera, ha sido una revisión bibliográfica y localización de casos en: textos, entrevistas, libros, artículos, y filmaciones de la población desplazada. El contenido del presente texto tratará sobre los ejemplos hallados en los materiales consultados hasta hoy. Una segunda fase, incluirá la configuración de un corpus con la filmación y grabación de entrevistas, discusiones en grupo de madres y padres adolescentes.

Este artículo inicia con un breve recorrido sobre la violencia en Colombia, el paramilitarismo, el desplazamiento forzado y finalmente entregaremos unas primeras

1 Universidad de Umeå, Suecia.

2 Tp, utilizaré está convención para referirme a Traducciones propias a textos suecos.

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reflexiones sobre las actitudes lingüísticas y culturales de las MAD y en general de los adolescentes.

Violencia en Colombia.

[...] La violencia no es nueva, es vieja, más vieja que el viento, lo que sucede es que ahora la estamos reviviendo, como si falta hiciera para la vida

(Mujer Desplazada, en Codhes, 2001:30).

La violencia en Colombia se puede resumir en tres etapas: las guerras civiles bipartidistas, el período llamado “la violencia” a mitad del siglo pasado y el ciclo de violencia actual.

En las guerras civiles bipartidistas el método preferido por la dirigencia colombiana ha sido utilizar la “violencia como costumbre política” y así desde 1810 los criollos lanzaron una guerra civil por el poder. Más tarde en 1828 se levantó la provincia del Cauca y en el 29 la de Antioquia. Posteriormente, desde 1839 hasta 1841 se da la revolución de los “supremos”. En 1849 cuando nacen los partidos políticos, se profundiza la lucha por los intereses económicos. En 1851 cuando se decreta la abolición de la esclavitud, la iglesia y los conservadores inician otra “cruzada sangrienta para mantener en pie la esclavitud” , todas las contradicciones políticas “se resuelven a bala”. “Desde 1863 hasta 1884 hubo como mínimo 54 miniguerras civiles intra y entre los partidos conservador y liberal”. Las siete constituciones que se proclamaron entre 1821 hasta 1866, “nacieron, crecieron y crearon nuevas leyes al calor de las guerras civiles” (Alape,1985:19 y ss). El siglo XIX terminaría con la guerra de los mil días (Zea Hérnandez, 1985:34). En la primera década del siglo XX en 1909 fue derribado el general Reyes. La misma lucha sindical de los bananeros en Ciénaga se acallaría con una masacre en 1928 a manos de los militares (Alape,1985:22). Después de la masacre bananera caería el conservatismo lo cual originó conflictos sangrientos en algunas regiones del país hasta llegar al siguiente período.

El historiador Sánchez (1991:30-33) describe como características centrales del Período de “la violencia” (1945-1965): “el terror concentrado, la resistencia armada y la conmoción social subterránea” y en donde la idea central era que “desde el poder [...]

no podía pensarse simplemente en términos de victoria sobre el enemigo sino de eliminación física del mismo”. Ospina Pérez fue protagonista en los inicios de esta fase, razón por la cual, Jorge Eliécer Gaitán lo denunció en 1947 (Viera, 1985:57-58). “En 1948 es asesinado Gaitán lo cual significó la desaparición del único hombre que en ese momento interpretaba la inconformidad popular [...] (Galán, 1985:30). Entre 1947 y 1953 se evidenció un espiral bélico bipartidista que acabó con la vida de más de 200.000

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colombianos (Guzmán, 1977:17). Esa confrontación armada produjo gigantescas migraciones del campo hacia los centros urbanos (Galán, 1985:62). Vendrá luego el golpe militar de Rojas Pinilla, hasta llegar al pacto del Frente Nacional3 en 1958. Tal acuerdo “no solo puso término a la violencia sino que borró toda amenaza de guerra inter-partidista en el futuro [...] y significó un viraje histórico” (Sánchez, 1991:54).

El Ciclo actual de la violencia, desde 1965 en adelante, está marcado por los efectos del ciclo anterior y ciertos hechos como: la guerra de Vietnam, la revolución cubana, y la nueva estrategia de los Estados Unidos para mantener el sistema capitalista en sus áreas de influencia. Un primer paso fue la imposición de la Doctrina de la Seguridad Nacional DSN como base de la política represiva entre los años sesenta y ochenta para Latinoamérica. Desde entonces Colombia es un laboratorio de las variantes de la DSN.

Allí se han “refinado y sofisticado” los métodos usados anteriormente para hacerlos más “destructivos e inhumanos”, para evitar las “censuras” y denuncias nacionales e internacionales y se ha “desarrollado” el paramilitarismo como “tercer actor” en el conflicto. El fenómeno del narcotráfico ha servido de pretexto para “la intervención militar extranjera”, consolidando así el propósito central de la DSN cual es “impedir la autodeterminación de los pueblos, para salvaguardar las estructuras mundiales de dominación” (Giraldo, 2000:3).

A principios de este ciclo aparecen las guerrillas de la FARC4, en 1964, inicialmente como autodefensas campesinas que se resistían a la expulsión de sus tierras en el sur del Tolima. Luego en 1965 surge el ELN5 en Simacota Santander como “una forma de organizarse para responder la agresión oficial [...]” . En 1967 aparecería el EPL6 de orientación maoísta y como disidencia del Partido Comunista Colombiano. Surgirán luego el M-197, ADO8, el Comando Quintín Lame y el PRT9 (Giraldo, 2000:4 y ss).

A los factores anteriores se agrega el “modelo de sociedad generador de violencia” que se caracteriza por la concentración de la tenencia de la tierra, la marginación estructural de las mayorías en la economía monetaria, y el monopolio elitista del poder para mantener las dos segregaciones anteriores” (Giraldo, 2000:5). Se ha mantenido las estructuras paramilitares recomendadas por la misión norteamericana de 1962 y la tesis de que “en la población civil se fundamenta la existencia de los grupos subversivos”

3 El Frente Nacional significó un acuerdo entre partidos, conservador y liberal, para alternarse el poder 16 años.

4 FARC Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia.

5 ELN Ejército de Liberación Nacional.

6 EPL Ejército Popular de Liberación.

7 M19 Movimiento 19 de abril.

8 ADO Autodefensa Obrera.

9 PRT Partido Revolucionario de los Trabajadores.

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por eso en los manuales del ejército de habla de “las operaciones de inteligencia y la guerra sicológica de las cuales se hace objetivo la población civil”. Clasifican a los pobladores en listas negras, grises y blancas para luego pasar al boleteo, presiones, y generar el desplazamiento forzado (Giraldo, 2000:5 y ss.). El grado de violencia en Colombia ha sido tal que desde finales de los años ochenta la investigación social tiene

“una línea dura llamada la violentología” (Lamus, 2000:5).

Paramilitarismo

El paramilitarismo y el desplazamiento forzado están relacionados entre sí. Todos los estudios señalan a los paras como los mayores ejecutores de masacres en Colombia.

Entre 1993 y 2006 los paramilitares realizaron 1.517 masacres con un saldo de 8.386 víctimas (OPDH, 2006). Esta ola de muerte, terror y amenazas originó desplazamientos masivos y luego de esa huida los paras y sus amigos se apropiaron de entre dos y siete millones de hectáreas de tierra de los desplazados en una auténtica “contrarreforma agraria” (Haugaard, 2006:2). La guerrilla y los organismos armados del estado también tienen responsabilidad en ese proceso. La investigación sociológica y política define al paramilitarismo como

las estructuras paraestatales son mecanismos complementarios ilegales para solucionar los problemas e insuficiencias de la capacidad coercitiva del estado. Tales mecanismos sirven para evitar el descrédito generado por el uso arbitrario de la fuerza, y para mantener intacta la legitimidad del poder estatal, incluso en condiciones de ejercicio de formas de extrema violencia contra la población civil [...]

(Nizkor, 2004).

El paramilitarismo es parte de una estrategia mundial. La DSN10 se ha transformado y se adapta con formas “democráticas de control social en las que la función de la vigilancia y represión, propias del aparato estatal, se concede a grupos privados o se descarga en la población” (Cepeda-Castro, 2006:136). Latinoamérica ha sido lugar de cultivos de distintas modalidades de fuerzas irregulares: las Patrullas de Autodefensa Civil (PAC) en Guatemala, los “Contras” en Nicaragua, la organización “Orden” en El Salvador, la Triple A en Argentina y los escuadrones de la muerte en varios países del Cono Sur (Cano, 2001: 220 y ss).

Según Franco (2002:69) indica que los paras11 últimamente cumplen la función

10 DSN Doctrina de Seguridad Nacional considera a los propios ciudadanos de un país como posibe amenazas a la seguridad. Política, fue creada por E.U y hace parte de la ideología de las fuerzas armadas en la mayoría de países. (Wikipedia, 2006).

11 Paras, es una forma simplificada de llamara a los paramilitares.

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de mercenarios al servicio de sectores privados, tanto del orden nacional como internacional. La oferta de mercenarios a escala mundial la ofrecen 90 contratistas privados en 15 países que operan en 110 lugares del mundo. En Colombia operan la Dyncorp y la Northrop Grumman (Revista Semana,11/9- 2002) y (Giraldo, 2003). Otros factores que tienen que ver con este proceso son:

la falta de difusión y conocimiento de los derechos humanos y la poca difusión del Derecho Internacional Humanitario DHI.

El paramilitarismo en Colombia tiene sus raíces en la década de los cincuenta con nombres diferentes:

[...] chulavitas y pájaros y demás grupos fueron organizados por directorios políticos, por hacendados y comerciantes para defender sus intereses y una identidad política determinada. [...] La lealtad partidista y la actividad criminal de estos grupos tenía como contraprestación la tierra, que se le quitaba a la víctimas;

así se alimentó todo ese holocauto” (Molano, 2006).

La década de los ochenta se inicia con la creación del MAS12 en 1981 con 223 jefes mafiosos y 2230 sicarios (Nizkor, 2004). Un año después se implantó el proyecto paramilitar en Puerto Boyacá con asesoramiento extranjero. Luego en 1994, se efectúa la “Primera Cumbre de las Autodefensas en Colombia” y los paramilitares se autodescriben como “proyecto legítimo que siempre estuvo alineado al lado del estado” (Human Rigths Watch, 1998:68). Posteriormente, en 1997 se crean las Autodefensas Unidas de Colombia AUC la cual “ratificó la estrategia de control territorial, [...] se planteó la búsqueda de legitimidad institucional [...] y preparaba el ambiente para su legalización” (Cepeda-Castro, 2003). Hay dos aspectos claves en la actuación paramilitar: el control territorial y luego la aplicación de un modelo

“democrático” de control social. El primero consta de tres fases: ‘liberar’ el territorio de la influencia subversiva lo cual incluye exterminio o desplazamiento de la población civil y reemplazo por una población subordinada. Seguidamente ‘llevar riqueza a la región’ y por último la consolidación o normalización del ejercicio del control social (Sarmiento, 1996:33). Dicho control social se propone excluir a ciertos individuos en cualquier momento de la condición de sujeto de derecho sin que se pueda interponer ningún mecanismo de defensa mediante la “suspensión indefinida de libertades, [...] o la ‘cooperación ciudadana y privada’ en las tareas de seguridad estatal”(Cepeda- Castro, 2006: 136 –137). De la misma manera se propone destruir la solidaridad individual o grupal al sembrar la desconfianza y la sospecha en el otro. Y por último puede manipular a sectores sociales y ello es más fácil cuando está comprometido con

12 MAS significa Muerte A Secuestradores. Organización paramilitar creada en Antioquia en 1981.

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la cooperación social al sistema que no es otra cosa que el autocontrol (Arendt, 1972:

190 y ss).En Barracabermeja los Paras tienen desde 1999 un reglamento ‘Normas de Convivencia Autodefensa y Población Civil’ que legisla “[...] la vida familiar, la conducta, los castigos sociales, que van desde azotes hasta violaciones, impuestos ilegales, asignación de contratos y empleos (Cinep & CREDHOS, 2005:99-101).

En Colombia los distintos gobiernos vienen configurando el marco jurídico para legalizar el fenómeno del paramilitarismo. Se inicia en 1954 cuando se expidió el decreto 1823 donde se concedió amnistía a los que “se extralimitaron en apoyo o adhesión al estado”, en concreto una forma de perdón a los paramilitares de la época.

Años más tarde el Manual del Ejército Colombiano (1963:15) precisa: “En la guerra moderna el enemigo es difícil de definir [...] el límite entre amigos y enemigos está en el seno de la misma nación [...] y algunas veces dentro de una misma familia [...] todo individuo que de una u otra manera favorezca las intenciones del enemigo debe ser considerado traidor y tratado como tal”. En 1965, bajo el estado de sitio, fue expedido el decreto 3398 que autorizó la nación para armar a civiles. En 1968 con la ley 48 el gobierno creó los Guardias Nacionales y facultó a los militares para armar a los civiles que apoyaran la lucha contrainsurgente (Uribe13, 2004). En 1994 el gobierno expidió el decreto 356 creando las “cooperativas de vigilancia y seguridad privada” luego llamadas “Convivir” (Giraldo, 2003).

En julio de 2003 el gobierno de Alvaro Uribe firmó un acuerdo con los líderes de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC). Este convenio abrió la negociación que buscaba la “desmovilización definitiva”. En el mismo año expidió el decreto 128, Ley de Justicia y Paz, con el argumento de que la reconciliación nacional es necesaria para el proceso de paz y así pretende amnistiar a miles de paramilitares. Sobre el mismo decreto se pronunció la Comisión Interamericana de Justicia CIJ considerando que tal medida servirá para “perpetuar la impunidad de los graves crímenes cometidos en el marco del conflicto armado interno y un nuevo golpe para las víctimas de los paramilitares” (CIJ, 2005). En lo relacionado con la ley 975 de 2005 el Alto Comisionado de la oficina de las Naciones Unidas afirma que no se puede “ignorar o soslayar los crímenes cometidos por los paramilitares a la hora de establecer y aplicar un sistema de justicia transicional como el instituido por esa ley” (Frühling, 2006:2).

Recientemente, la Corte Suprema de Justicia ordenó arrestar a dos senadores y un diputado partidarios del presidente Álvaro Uribe por su presunta participación en

“organizar grupos paramilitares” y masacres, además de recibir dineros para campañas electorales (Associated Press, 9/11 de 2006).

13 Uribe, Alirio, nos referimos al presidente del Colectivo de Abogados José Alvear Restrepo.

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Desplazamiento forzado

El desplazamiento forzado es un ciclo que tiene diferentes entornos. Nos acogemos a la definición que sobre tal fenómeno tiene Niño Pavajeau (1999:3):

[...] es un drama humano de incalculables magnitudes y consecuencias [en la sin razón de tener que] abandonar forzadamente su ambiente, su historia y su tierra.

Constituye para las personas desplazadas emprender un viaje a la incertidumbre, en que no se sabe cuando se vuelve si es que se vuelve.

El desplazamiento es ocasionado por paramilitares, militares, ganaderos, narcotraficantes, esmeralderos, comerciantes, guerrillas, empresas nacionales y transnacionales. Esta precisión permite develar los nexos del desplazamiento forzado con los patrones de acumulación de capital (Bello, 2003). Por lo tanto cabe aquí una afirmación concluyente y es que " [...] no hay desplazados porque hay guerra, sino que hay guerra para que haya desplazados" (Mondragón, 2000). Dentro del grupo de DF hay diferentes clases: los que huyeron del campo a la ciudad, los que escaparon de sus fincas a las entrañas de la montaña, los que se cambiaron de ciudades pequeñas a grandes ciudades, los que salieron de un lugar a otro en las capitales de un considerable número de habitantes y los que han huido más allá de las fronteras a los que se les puede clasificar como exiliados, pero que también fueron expulsados por el conflicto.

El desplazamiento se puede clasificar en tres fases: de la primera, antes de 1984, el único dato aproximado hallado es el de Human Rights (1998:66), que dice que “dos millones se convirtieron en desplazados internos”. Esta cifra se refiere más exactamente al período de la violencia. La década de 1984-1994, fue recogida estadísticamente por la Conferencia Episcopal colombiana y la tercera etapa que desde 1995 a mitad de 2006, fue recolectada por el Sistema de Información sobre Desplazamiento Forzado y Derechos Humanos SISDHES, que opera en CODHES. La información acumulada totaliza una cifra de 3.832.527 personas que han sido desplazadas forzadas en los últimos veinte años desde el 1 de enero de 1985 hasta el 30 de junio de 2006. (CODHES, 2006, boletín). La anterior cifra no incluye a los exiliados de los cuales no se tienen datos exactos.

La última fase se inició en 1995 cuando se recrudeció el conflicto armado interno y una de las estrategias fue la de involucrar a la población no armada. El reflejo de ello se concreta en el crecimiento del desplazamiento interno, la ampliación a nivel nacional de este fenómeno y la incapacidad estatal para atenderlo (Pérez Murcia, 2002:18-19).

Cabe destacar que ya desde 2004 CODHES advertía que “La dimensión real del

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desplazamiento forzado en Colombia es mayor al calculado por todas las fuentes que trabajan en este campo”.

La mujer en el proceso del desplazamiento forzado es arrastrada ya sea como tatarabuela, abuela, tía, madre, prima, esposa, compañera, amante, hermana o vecina. Según CODHES (2005:18) desde 1985 hasta diciembre del 2004 se han desplazado 3.410.041 personas, de las cuales el 51% aproximadamente, 1.750.000 son mujeres. Luego del total de desplazados el 40% son jóvenes entre los 15 y los 25 años, es decir 800.000. Las jóvenes desplazadas por su condición de mujeres viven una violencia invisible. La violencia sexual contra las niñas y mujeres en Colombia es una táctica de guerra (ONU 2001). De cada 100 mujeres afectadas por acciones violentas en el marco del conflicto armado 43 han sido víctimas de formas de violencia basadas en el género. Luego el 23% de tal cifra corresponde a violencia sexual. La misma investigación indica que 2 de cada 10 mujeres violadas terminan en estado de embarazo no deseado (Guerrero, 2005:2). “De cada 100 mujeres adolescentes en situaciones de desplazamiento, 35 ya han sido madres, siendo el doble del promedio nacional” (OPS, 2004) y hay niñas que han tenido hijos a los 12 años (ANMUCIC, 2001) por tal razón no es raro encontrar abuelas cerca de los 30 años. Tales hechos nos ha motivado a escoger a las MAD como objeto de nuestro estudio para aproximarnos a sus actitudes lingüísticas y culturales dentro de un contexto convulsivo.

El desplazamiento forzado es un ciclo que transcurre por diferentes entornos. El entorno referido al ser humano sería “el ambiente, lo que rodea” (DRAE, 2001) pero referido al entorno de la lengua tiene que ver con “los sistemas de fuerzas autorreguladoras creadas por cualquier cosa capaz de interactuar dentro de él, en el espacio y el tiempo [...] los seres humanos, con sus respuestas a su propio entorno, lo destruyen, lo reconstruyen, lo controlan, o son controlados por él” (Mackey, 1994:31-33). A este tipo de entorno nos referimos en este artículo. La DF tiene un macrocontexto con varios entornos que en algunos casos pueden ser, dos, tres o cuatro: el entorno de origen, el entorno del desplazamiento forzado, el entorno del retorno y un cuarto que se ha empezado a llamar el reedesplazamiento.

El entorno de origen corresponde al lugar de donde proviene cada desplazado forzado. En estudios recientes lo denominan “lugar de expulsión” y las DF en sus narraciones llaman el “allá”, “allí” o el “antes”. Es allí donde nacieron y crecieron la gran mayoría de las DF. El mayor porcentaje de desplazadas son de extracción rural: campesinas, afrocolombianas e indígenas. Una menor cantidad son pobladoras de ciudades grandes e intermedias que se han cambiado de lugar también por amenazas y persecuciones.

En su región de origen adquirieron su competencia comunicativa en el marco de variedades lingüísticas tan variadas como las cinco regiones colombianas, en donde también cada una posee rasgos culturales específicos. El entorno de origen surge desde

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su memoria así: “[...] y allí [...] no se aguantaba hambre, porque de todo se daba y lo que no teníamos hacíamos trueque para obtenerlo, nada nos faltaba” (DF de Urabá en CODHES, 2001:53). En tanto otras DF no idealizaron el lugar de origen cuando se refieren a la libertad de expresión “[...] anteriormente uno de mujer no tenía esos derechos, [...] el trabajo de uno era la casa, hoy puede hacer muchas cosas” (Marín, 100). En los lugares de origen de muchas desplazadas persisten aún los modelos patriarcales de dominación.

Entre el entorno de origen y el de desplazamiento está la huida, que es uno de los momentos más dramáticos y tensos del ciclo. Tal hecho es inmediatamente después de masacres, atentados o amenazas, razón por la cual ocurre siempre de forma inesperada y los desplazados no tienen tiempo de preparar sino que deben escapar para salvar sus vidas. Es el instante en que se desprenden de todo lo construido y conseguido “Yo me embarqué sin nada, yo no traje nada, todo lo dejé allá [....]” (DF, de Barranca, en Marín, 2004:37).

El entorno del desplazamiento forzado es el lugar de refugio, el lugar de recepción, el

“acá” o el “aquí” o el “ahora” tal como aparece en sus relatos cuando reconstruyen su historia. En este nuevo entorno se presentan varias fases: el sitio transitorio a donde llegar, el dilema de registrarse o no en las entidades oficiales, buscar un trabajo, luego la ubicación de vivienda, la escuela para los niños. Una fase crítica o de choque es al llegar al nuevo lugar. “Cuando llegamos a Bogotá estaba lloviendo, hacía un frío terrible y nosotros veníamos de tierra caliente [...] los niños querían regresar, mejor dicho una locura y yo ahí parado en medio de una ciudad que no era la mía” (DF, de Urabá en CODHES, 2001:53).

Algunos padres dicen que sus hijos adolescentes “se le han salido de las manos” y que ya no es posible controlar “con quién o dónde andan” y que “le pierden el respeto a uno, porque ven que aquí uno no es nadie y no sirve para nada” Padre desplazado, (Bello, 2001:24). Es entonces un momento crítico entre padres e hijos en donde algunas adolescentes adoptan el camino del embarazo para salir del hogar y “construir” el suyo propio. Las circunstancias de los embarazos de adolescentes son variadas ya sea en el matrimonio, por unión libre, violaciones, relaciones esporádicas o la prostitución a la que acude un significativo número de adolescentes ante la falta de oportunidades.

Ciertos jóvenes se resisten a retornar y los argumentos sobran: “No, no quiero volver a un pueblo de donde se fueron todos” Luis Carlos, adolescente de Cartagena en (Collazos, 2003:141). En medio de todo lo nuevo como el lugar de vida, el entorno, los nuevos conocidos y las nuevas costumbres, los adolescentes cambian su actitud lingüística y cultural. Así poco a poco se evidencia en los primeros resultados hallados

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que como lo plantea Nettle (2000:91). Tp. “El cambio en el uso del lenguaje es el resultado del cambio del ambiente”.

El entorno del retorno o el “después” como lo designan algunas (os) DF que sería, en la mayoría de los casos, el lugar de origen en su versión actual con todos los cambios ambientales, sociales y culturales ocurridos durante el desplazamiento forzado, o en otros casos un nuevo lugar. Existen dos clases de retorno, el voluntario y el forzado. El primero es cuando la comunidad desplazada decide voluntariamente regresar al sitio de origen. El retorno forzado es cuando hay presión estatal o externa para obligar a los desplazados a devolverse a sus lugares de procedencia.

[...] nos movemos pero no avanzamos [...] hemos estado en tres ‘lugares’ durante este viaje-la violencia allá en el campo antes de salir, la miseria de los barrios de invasión cuando nos desplazamos, y el insomnio ahora que hemos regresado a lo que fue nuestro hogar. Uno nunca deja de ser ‘desplazado’. Es una marca [...] ( Campesino en (SF, 2006:5).

Dentro del retorno hay otros variantes “Las comunidades en resistencia” o

“comunidades de paz” que han regresado a sus tierras o a las áreas limítrofes para exigir restitución por parte del estado” (Bruno, 2006). En una de las Crónicas de desarraigo de (Molano, 2005:71) entre los relatos de los protagonistas y la voz del escritor podemos leer

Hemos resuelto dejar de huir y decidimos resistir. Sin armas, sin sed de venganza, pero sin perder lo que nos une a todos, que es esta tierra que entre todos trabajamos y entre todos hicimos. Vivimos de noche, porque de día nos acogemos a la selva, donde hemos armado cambuches y construido un pueblo debajo de los árboles; allí comemos en una olla común, donde cada quien echa lo que puede y saca lo que necesita para seguir viviendo y resistiendo [...]

Ciertas comunidades han retornado no a sus tierras sino a lugares aledaños, porque sus sitios han sido ocupados por “otros”, sin embargo, los DF no renuncian a recuperar lo suyo, “Yo nací aquí y aquí me quitaron lo mío, pues aquí me lo devuelven [...] vale la pena volver a empezar, es más, pienso que contar mi historia es volver a empezar”

(DF, en CODHES, 2004:69). Mientras otros comentan: “Ahora hay miedo y desconfianza. Ya no creemos en nadie [...] la gente está interesada en trabajar en lo suyo, conseguir la plata e irse de aquí lo más pronto posible. Nadie piensa en este pueblo a largo plazo” (Miembro comunidad retornada, en MEF, 2006:24). La anterior reflexión supone que esta familia se prepara para el redesplazamiento.

El entorno del redesplazamiento se presenta en DF que han retornado y que han continuado los asesinatos y las amenazas por lo tanto deben desplazarse de nuevo. Un

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caso concreto ha sido la Comunidad de Paz San José de Apartadó que fueron desplazados de su lugar de origen, retornaron y ante el asedio de la policía debieron redesplazarse a una hacienda cercana y el 23/10 de 2006 planeaban retornar nuevamente a su lugar de origen (Cdpsj, 2006).

Actitudes lingüísticas y culturales de las MAD en el ciclo del desplazamiento.

Para este estudio hemos considerado el desplazamiento en tres fases: antes de 1984, la década 84-94 y la fase actual desde 1995. Encontrar alusiones sobre las actitudes lingüísticas y culturales del DF antes de 1984 no es fácil, no obstante, hasta ahora hemos hallado unas pocas. Antes de mencionarlas es necesario contextualizarlas.

Durante el período llamado de la violencia en Colombia (1945-1965), el gobierno conservador estaba armando a grupos civiles de conservadores en alianza con la policía y las alcaldías [...] con el fin de acabar con las mayorías políticas liberales”

(Franco Isaza, 1885:75). A partir de entonces se produce la huida desesperada de miles de personas en el campo que buscaban salvar sus vidas. En un relato sobre esa huida aparece la primera referencia literaria ligada a nuestro objetivo

Lo primero era la vida, inventar la forma de salvarla [...] y los campesinos volvieron los ojos al monte que estaba dentro de la finca o cercano a la montaña.

Así fue como entonces que emergieron los enmontados [...] y aprendieron el lenguaje del silencio en el día, de señales de manos y de gestos en los ojos [...]

(Alape, 1985:69).

Ese éxodo hacia distintos lugares, se dio en forma de marchas, fue otra clase de desplazamiento, hacia lo más profundo de la montaña y una decisión extrema para salvar sus vidas mientras fluía una nueva manera de comunicarse dentro de la angustia del sobrevivir. “Y en la noche esa masa inerme e indefensa de enmontados comenzaba nuevamente a utilizar el lenguaje hablado, al calor de la candela” (Alape, 1985:69). Hemos recurrido a ejemplos literarios porque compartimos de Maturana (1990) su tesis sobre el ‘lenguajear’.

una cultura es su literatura, porque esta última es un quehacer poético que fluye en un entrelazamiento del ‘lenguajear’ y el emocionar abstraído por el escritor de su vivir cotidiano. Más aún, digo que el escritor hace literatura porque en el hacer del escribir, él o ella transmuta las conversaciones que constituyen su cultura en relatos que evocan su mismo emocionar pero no necesariamente su mismo hacer [...]

Haremos un recorrido desde el entorno de origen hasta el de retorno dentro de las dos últimas fases, o sea desde 1984 hasta 2006, para dar una primera ojeada a cómo se

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presentan las actitudes lingüístico- culturales de la comunidad desplazada y entre ésta las Madres Adolescentes Desplazadas MAD que son el centro de nuestro estudio.

En el entorno de origen, “la gente se queda callada con tal de sobrevivir, no dicen nada y lloran sus pérdidas en silencio [...] muchos han muerto por llamar las cosas por su nombre, muchos han desaparecido por saber demasiado (Habitante rural, MSF:2006:11). La cultura de la muerte y el lenguaje del terror impone una cultura del silencio en las víctimas. Hablar, controvertir y argumentar el derecho a la vida puede significar la muerte. Las amenazas y las violaciones a sus derechos son el único lenguaje y de tales hechos hay evidencias en las visitas hechas por observadores internacionales: “Ellos abandonaron sus tierras. Algunos vendieron sus tierra a precios irrisorios ‘o firmas hoy o venimos mañana a hablar con la viuda” (Bruno, 2005).

Entre los mismos habitantes en la regiones de origen, antes, la palabra era suficiente garantía, casi todo se acordaba verbalmente, mientras ahora, “[...] si regresara, no conocería a nadie. Si regresara por su casa, donde hoy viven ‘unos señores’14 no podría recuperarla. La tenía sin escrituras no eran necesarias, la gente respetaba la palabra”

(Collazos, 2003:51).

La actitud lingüística y comunicativa de la DF al llegar al lugar del desplazamiento en la primera fase, es de desconfianza, un bloqueo ante lo desconocido: “yo no quería hablar, no creía en nadie [...] (María, 17 años, Waitipan15, 2005). En varias ocasiones otros hablan por ellas, o ellos “sus palabras son escasas. Para sacarlo de sus respuestas monosilábicas hay que estimularlos con preguntas rápidas y breves” describiendo a un adolescente de Apartadó (Arlinson en Collazos, 2003:42). Hasta los funcionarios de ACNUR en las zonas fronterizas tienen problemas para ofrecer la ayuda humanitaria y refiriéndose a los desplazados aseguran que “muchos aún están tan traumatizados que no quieren hablar, ni siquiera para buscar protección” (Verney, 2006:40).

No obstante, un porcentaje significativo de mujeres en general y entre ellas, las madres adolescentes, luego de un cierto tiempo, cambian. En gran medida, las que entran en contacto con redes de apoyo, pero sobre todo, con las organizaciones de mujeres, grupos locales etc.

Ese proceso y sus reflexiones verbales los registra (Marín, 2004:94, 39, 65) “uno no se puede quedar escondido, debe salir y enfrentar el mundo, rompiendo de esta manera

14 Cuando dice ‘unos señores’ se refiere a gente llegada de otra parte generalmente paramilitares o personas que dependen de ellos.

15 Waitipan se llama el corpus que utilizamos en esta investigación y que está en proceso de elaboración.

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el miedo por la situación” . Así, paso a paso, muchas DF empiezan “a abrir los ojitos y a abrir los ojitos, [...] y luego coger alas” . Poco a poco se inicia un proceso de autoreconocimiento. “[...] pero sí, si porque en la ciudad se vuelve uno más persona porque al menos uno habla y en el campo uno es tímido, no tiene las abiertas para hablar [...].

Una situación especial la viven las DF que han sido afectadas por la muerte de alguno de sus seres queridos o amigos. Tales pérdidas y también las amenazas afectan profundamente a la madre, la hermana o hija desplazada. No obstante, en muchos casos no las paraliza, sino que ellas mismas como fuente de vida, se yerguen con fortaleza, valentía e imaginación. En ese proceso de actualizar sus potencialidades debe hablar con sus nuevos vecinos y poco a poco a se va haciendo pública y así,

inicia el proceso de dar sonido a su voz y sentido a su palabra; es el lenguajear lo que da sentido a lo humano y por supuesto, a lo público. En este camino por hacerse escuchar de otros y buscar respuestas en otros, va refundándose a Sí Misma.

La mujer debe vencer silencios, encontrar momentos, apropiarse de la cultura de la palabra como instrumento social de intercambios [...] (Marín, 2004:91).

Según Maturana (1990) nos realizamos, en la reciprocidad lingüística, porque somos en el lenguaje y en ese “lenguajear, reflexionamos y la reflexión nos transforma”. Las mismas adolescentes se atreven a plantear “pero a mí me gustaría que la guerra fuera sin armas [...] o sea no una guerra-guerra, sino como un diálogo, simplemente con palabras [...] (Adolescente desplazada, en González, 2002: 172, 181)

Las organizaciones de mujeres y los símbolos como elementos culturales y lingüísticos van surgiendo en ese “lenguajear” con la sociedad. En la medida que se ha ampliado y profundizado el desplazamiento muchas mujeres han acentuado su organización y sus distintas formas de expresión. A partir de su propia necesidad de sobrevivir o como efecto de solidaridad entre organizaciones, éstas crecen y se afianzan. A nivel nacional hay varias organizaciones con reconocimiento y participación activa: La Organización Femenina Popular OFP, las Mujeres de Negro, La Ruta Pacífica de Mujeres, y otras.

Podríamos afirmar que esta presencia organizada es una forma de comunicarse y hacerse visibles como mujer individual y como grupo. La OFP ha sido precursora de toda esa práctica. “pero cuando llegué a la OFP, [...] las metas se me fueron aclarando, despejando todas las dudas” (Marín, 2004:65). La OFP ayuda a las DF “más desde la perspectiva de futuro, que de momento, y ella, la mujer lo entiende así” su consigna es política “No parimos ni forjamos hijos e hijas para la guerra” (Marín, 2004:74). Las Mujeres de Negro “cada mes juntan sus dolores en la plazoleta [...] hacen una ronda y permanecen 20 minutos sin decir palabra”

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Utilizan dos símbolos: el negro y el silencio. El negro significa el luto por los estragos de la guerra y el silencio es la manera de decirlo para no gritarlo [...] es una salida sin pintas ni petardos. Son nuevos lenguajes que ponen a otros a reflexionar.

Aunque cuesta mucho, porque somos una sociedad que se mueve a punta de gritos (Mujer entrevistada, El Tiempo, 2002).

Los colores, su vestimenta, su silencio, son nuevas formas de expresión y es la creatividad popular respondiendo a la barbarie. Cuando se impide la expresión oral brota rebelde la simbología corporal. El silencio tiene valor comunicativo, pues muestra una intención cuando se presenta como alternativa al uso de la palabra (Escandell, 1996:325). El silencio es “una actuación silenciosa” porque es también un

“hacer” y cuando muchos hablantes están comunicando “que no deben comunicar”

(Castilla del Pino, 1992:80) silenciosamente están gritando a los ‘oyentes’ que deben fijarse en el entorno para comunicarse entre sí. Los silencios son “fenómenos culturales” muy importantes para comprender la comunicación humana y tienen significado, es por ello que la pragmática viene encargándose de estudiarlos poco a poco (Mateu Serra, 2001:589).

Está demostrado en muchos lugares que en medio del conflicto surge la esperanza de distintas maneras. El arte en todas sus manifestaciones florece en Colombia como forma alternativa a la incomunicación, al terror y a la impunidad. “Todos hablaron lo mismo, porque habían vivido lo mismo y además, porque habían encontrado las mismas respuestas al mismo dolor a través del arte” (Rubio, 2002). Algunos adolescentes se inclinan por el teatro, entran en contacto con las bibliotecas y algunas (os) con la poesía.

El semáforo está en rojo, / ¡Una colaboración soy un desplazado! / El semáforo pasa a amarillo/ ¿Indiferencia o compasión? La luz se vuelve verde / Y el mundo sigue su veloz carrera./ Son los colores de la realidad (Poema en Credhos, 2001:69)

En 1991 Medellín fue escenario de muchos asesinatos de adolescentes en un cruce de fuego por distintos intereses. El “lenguaje cotidiano” se deterioraba y sólo reflejaba violencia. Allí reinaba el miedo. “Miedo a ser silenciado” y fue entonces cuando se hicieron los primeros encuentros para “darle la palabra a la poesía”, hasta que se realizó Un día con la poesía y así nació El festival Internacional de Poesía de Medellín.

Ese torrente artístico de poetas y poesía “es un “nuevo lenguaje” para que “la voz resucite las imágenes” y mostrar que “ante la violencia, es posible construir una membrana protectora de imaginación” (FIPM, 2006). La fundación Right Livelihood Award de Estocolmo acaba de otorgar el premio Nobel Alternativo 2006 a este Festival de Medellín “en reconocimiento al coraje y la esperanza en tiempos de desesperación”.

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La comunidad desplazada ha creado también distintos canales de expresión como revistas, libros, videos, campañas propagandísticas, actos públicos, páginas en Internet, de difusión de su problemática y periódicos. Entre los actos públicos y masivos, está la marcha y toma de Bogotá (2004) cuando cerca de 25.000 mujeres se tomaron la capital de la república en un claro ejercicio de comunicación masiva y múltiple con la sociedad colombiana y el mundo.

Las MAD en su encuentro con otras jóvenes y adultos va mostrando y construyendo su identidad, lo que ellas han sido y son, y en ese contacto empiezan a tomar conciencia (Marín, 2004:60). Ellas reaccionan y luego se atreven.

El miedo no puede seguir congelando nuestra risa, la risa de nuestros hijos. A nosotras nos toca juntarnos, enseñar al mundo que todavía tenemos una sonrisa, la nuestra y la de nuestros hijos” [...] y volver a sonreír o simplemente sentirse fuerza vital, que nace del dolor, para desbordarse en desafíos. (DF,Taller de Vida).

En varios grupos de jóvenes desplazados, que han construido experiencia organizativa y solidaria, se perciben signos alentadores y ellos ahora ensayan un diálogo diferente y comprometido con los adultos.

Los jóvenes afrocolombianos nos estamos apropiando de este protagonismo con un trabajo concreto que quiere aportar a la construcción de una Colombia nueva.

A ustedes adultos de la paz que nos escuchan [...] gracias por entender nuestro llamado, [...] por la ternura de unir mensajes, esos sentimientos de solidaridad nos harán más fuertes y más humanos, nos ayudarán a construir la felicidad perdida, a olvidar los días de esta guerra que no es nuestra y la estamos perdiendo ( Taller de vida, 2002:349).

La DF regresa al entorno del retorno trayendo consigo la experiencia de la huida y del desplazamiento. Entre los retornados hay dos clases. Los que llegaron al lugar del desplazamiento y se dispersaron individuamente diluyéndose en barrios de invasión u otros lugares según las posibilidades económicas que tenían. Los que contactaron y vincularon a organizaciones de DF u otras afines. Sobre el primer grupo de los

“aislados” no se conocen estudios que muestren tendencias lingüísticas y culturales. El otro grupo conoció nuevas formas de vida, vivencias culturales, organizativas y comunicativas. Su red social se amplió y ahora cuenta con otras y otros con los cuales compartir angustias y aprendizajes. No obstante ellos y ellas escuchan y cantan desde su tradición folclórica. El efecto ‘cantacuento’ alimenta la sensación de estar en un mundo paralelo, perdido en el pasado, donde la memoria histórica se transmite por tradición oral. Sobre la melodía de un vallenato cantan la historia de su pueblo desplazado en 1996, de sus muertos, de sus luchas, de sus esperanzas (Bruno, 2005).

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Consideraciones finales

El breve recorrido que hemos hecho al contexto sociopolítico colombiano en los últimos años nos confirma que existe un conflicto de una magnitud incalculable. Uno de los efectos de tal situación es el desplazamiento forzado y allí en el centro de esa vorágine, grupos de Madres adolescentes, jóvenes y adultos intentan vencer el miedo, aprendiendo y construyendo nuevas formas de comunicación desde las organizaciones sociales y el arte. Ellas y ellos están adoptando actitudes lingüísticas y culturales innovadoras. Esa creatividad está ahí creciendo y multiplicándose porque quieren

“construir esa felicidad perdida”. Entre todas y todos tejen la recuperación de la memoria, la poesía, el “lenguajear”, el silencio y sobre todo, “abren los ojitos” y están cogiendo vuelo porque “aman apasionadamente la vida”.

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